Un paseo circular de algo más de 11 kilómetros que le llevará por los elementos patrimoniales más destacados de Lumbrales: la Casa del Conde, el Burro de la Barrera o la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Nos acercaremos al lugar donde se encontraba el verraco de Las Merchanas que ahora podemos ver en el Castro, hasta la ermita del Humilladero o, ya fuera del casco urbano, hasta la Estación de ferrocarril de Lumbrales, ya en ruinas, o el Dolmen prehistórico de La Navalito. No olvidaremos pasar por el Caño Nuevo y por la bella Fuente romana, para volver al punto de partida y disfrutar, antes de finalizar el recorrido, de la antigua Torre del Reloj.

 

Si viaja con menores le recomendamos realice el juego del Club del Conde, cuyo material puede obtener en la Oficina de Información Turística, y del que forma parte esta mancha con símbolos en su interior, que podremos encontrar en cada una de las señales que conforman la ruta.

También dispone de una audioguía adaptada especialmente para los menores, que les permitirá realizar la ruta de forma amena y divertida.

   
 
 
  - Circula con precaución. El itinerario transita por carreteras con tráfico.

- Sigue el camino establecido y respeta todas las señales de tráfico.

- Intenta circular por la derecha y en fila.
- Usa siempre el casco y no utilices auriculares.

- Adapta la velocidad de la bicicleta a las condiciones del camino
  y a la visibilidad
   
 
 
 
 
 
 
   
 

Bienvenido a Lumbrales y a la ruta turística accesible y autoguiada por la localidad, una ruta circular en bicicleta de algo más de 11 kilómetros que le dirigirá por los elementos patrimoniales más importantes de Lumbrales como la Casa del Conde, el Burro de la Barrera o la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Sus pasos se dirigirán hacia el lugar donde se encontraba el verraco de Las Merchanas que ahora podemos ver en el Castro, hasta la ermita del Humilladero o, ya fuera del casco urbano, hasta la Estación de ferrocarril de Lumbrales, ya en ruinas, o el Dolmen prehistórico de La Navalito. No olvidaremos pasar por el Caño Nuevo y por la bella Fuente romana, para volver al punto de partida y disfrutar antes de finalizar el recorrido, de la antigua Torre del Reloj.

   
       
   
 

Se encuentra frente al Pabellón de la Infanta, que forma parte del palacete conocido como Casa del Conde, residencia de Ricardo Pinto da Costa y su esposa Francisca, natural de Lumbrales.
Ricardo Pinto da Costa, de origen portugués, fue un exitoso hombre de negocios principal promotor de la construcción de la vía férrea transfronteriza que uniría La Fuente de San Esteban con Barca d’Alva, en Portugal, cuyo éxito le lleva a ser nombrado por Alfonso XIII como Primer Conde de Lumbrales.

Este palacete se construye con la intención de albergar a la familia real cuando acudiera a la inauguración del ferrocarril a finales de 1887, visita que nunca sucedió. En la actualidad alberga el Centro de Recepción de Visitantes Territorio Vetón, compuesto por Oficina de información turística, el Museo textil, la Sala del Conde que nos traslada a los orígenes del edificio realizando un repaso a la figura del primer conde de Lumbrales, y el Museo Arqueológico de Lumbrales.
   
       
   
 

Nadie sabe a ciencia cierta dónde apareció este verraco de piedra. Se dice que se encontró en el interior del pueblo y que preside esta plaza de la que toma prestado el nombre desde hace más de 100 años.

El significado de estas esculturas vetonas (verracos), que normalmente representan cerdos o toros, es un misterio. Unos dicen que se instalaban frente a las murallas para intimidar al enemigo, otros que eran mojones que marcaban la extensión de los pastos, o que eran figuras que participaban de rituales destinados a la protección del ganado.

El Burro de la Barrera es uno de los mejores conservados y definidos de la provincia, identificando claramente la forma del jabalí.

En Lumbrales existen dos verracos más. El que se encuentra en la actualidad en el Castro de Las Merchanas y el conocido como el Cebón de Fuenlabrada, encontrado cerca de Cerralbo y localizado delante de la vivienda de la Finca de Fuenlabrada, de propiedad privada, que da nombre al verraco.

   
       
   
 

En el montículo del Torrejón, sobre lo que algunos creen que se encuentran los restos de un antiguo castro vetón y después castillo, se construye en la segunda mitad del siglo XVI esta iglesia de estilo herreriano, cuya primera misa de celebró en el 1581.

Siglos después se amplía añadiéndose el coro y el pórtico, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, bajo el reinado de Felipe II.

Sorprende las amplias proporciones y la sobriedad de la sillería de granito utilizada, así como su alta torre del siglo XIX, de 35 metros de altura.

En su interior, todas las miradas se dirigen al retablo que preside la nave central, copia del existente en El Escorial, dominado por la talla de la patrona de la localidad, Nuestra Señora de la Asunción. Pero también destacan sus naves, el crucero, la amplia capilla, las numerosas tallas o su órgano de principios del siglo XIX, recientemente restaurado.

   
       
   
 

La escultura frente a la que se encuentra ocupa el espacio que desde los años 80 estuvo presidido por el verraco de Las Merchanas, que hoy vuelve restaurado al lugar donde se encontró, en el campo de piedras hincadas del Castro de Las Merchanas.

El Castro de las Merchanas es, posiblemente, el recurso turístico más relevante de Lumbrales y uno de los yacimientos arqueológicos vetones más importantes de toda la provincia.

La visita se encuentra jalonada de propuestas interpretativas que le permitirá entender, disfrutar y reflexionar sobre las claves de la visita a partir de una señalización que le hablará de la cultura de los vetones, antiguos habitantes y constructores de este poblado; de su cultura, de su muralla... sus miradores le dejarán contemplar la gran dimensión de este poblado vetón amurallado, y sus caminos le mostrarán una naturaleza exuberante, un espacio cultural repleto de tradición donde entender las raíces de nuestra cultura y la belleza de nuestro patrimonio arquitectónico y natural.

   
       
   
 

La Ermita del Humilladero, también conocida como la Ermita del Manso Cordero, se construye en 1757. En ella, situada en su origen a las afueras de la localidad, camino de Salamanca, pedían protección las personas que comenzaban viaje y brindaban su agradecimiento aquellos que llegaban a Lumbrales.

Construida en mampostería, presenta planta de salón cubierta con un bello entramado de madera que descansa sobre arcos de medio punto. De su interior destaca el sorprendente artesonado mudéjar que encontramos en el presbiterio, y su retablo neoclásico.

En ella se guardan los pasos que en Semana Santa presiden los actos religiosos, entre ellos el hermoso sagrario.

Junto a la Ermita del Humilladero existieron en Lumbrales dos ermitas más, de las que no tenemos información, y que hoy se han convertido en casas particulares.

   
       
   
 

La Estación de Ferrocarril de Lumbrales se encuentran en la conocida como Línea del Duero, que unía las poblaciones de La Fuente de San Esteban y la portuguesa de Barca d’Alba en una obra de ingeniería civil reconocida como una de las más importantes de España gracias a sus numerosos puentes de hierro y túneles excavados en la roca.

A mediados de 1887 se abría el tramo que unía la estación de Boadilla con nuestra localidad, y comenzaron a llegar a esta estación las antiguas locomotoras de vapor.

En la planta baja se encontraba la sala de espera, la farolería, el cuarto del Jefe de Estación, el telégrafo y una oficina donde se atendía a la circulación de trenes y se facturaba mercancía o se despachaban los billetes. La planta superior era la vivienda del Jefe de Estación.

Pero la falta de viajeros obliga a cerrar la línea, y el 31 de diciembre de 1984 pasa por esta estación el último tren.

En el año 2000 la línea se reconoce como Bien de Interés Cultural, existiendo en la actualidad parte de su trazado abierto a su visita a pie.

   
       
   
 

Se encuentra frente el dolmen neolítico de La Navalito, del que sólo quedan tres de las  lanchas de piedra que formaban parte de su cámara cerrada, antiguamente cubierta y a la que se accedía por un corredor también de piedra techado. En el interior de la cámara se depositaban sobre el suelo, sin ser enterrados, a los miembros de un mismo grupo o linaje, realizándose posiblemente un ritual funerario, una ceremonia de la que no sabemos nada, pero que seguro marcó la vida de aquellos hombres prehistóricos.

Los dólmenes son también monumentos levantados en lugares concretos, marcas visibles a gran distancia que indican la existencia cercana del clan. Es por ello el nombre del dolmen, que procede del nombre del lugar en el que se encuentra, La Nava, al que se suma la palabra hito, cuyo significado nos remite a algo visible, un marcador que nos indica la propiedad o el límite de un espacio.

En el término de Lumbrales existieron otros dólmenes similares a éste, como el de Prado Polo y el de Lumbo de Valdesancho, todos ellos desaparecidos.

   
       
   
 

Al Caño Nuevo frente al que se encuentra llega agua de dos manantiales situados a algo más de 2 kilómetros: el manantial de la Fuente Nueva y el de Valduncal.

El agua de los pozos de algunas de las casas de Lumbrales se utilizaba para dar de beber a los animales y fregar los suelos. Para beber, las mujeres venían cargadas con sus cántaras de barro al cuadril -cintura- o a la cabeza para llenarlas en el caño. Al llegar se pedía la vez, y se esperaba el turno entre charlas animadas y visitas de novios y pretendientes que aprovechaban la larga espera.

También a este caño, a los lavaderos que podemos ver algo más abajo, venían las vecinas de Lumbrales a lavar la ropa que dejaban secar sobre la hierba o estiraban para que se blanqueara. Los pilones de arriba se dejaban para apagar la sed de los animales que trillaban en las eras cercanas.

Pero a pesar del trajín que vivía este Caño Nuevo, su agua no se agotaba nunca.

   
       
   
 

La fuente frente a la que se encuentra, aunque conocida como Fuente Romana, probablemente haya sido construida en el siglo XVII o XVIII, momento en el que se levantan en la provincia la mayor parte de este tipo de fuentes, que con su arco de medio punto y bóveda de cañón, asemejan las construcciones de los antiguos romanos.

Conocida antiguamente como Fuente Las Viñas por estar rodeadas de parcelas sembradas de parras, a ella llegaban las mujeres de Lumbrales a cargar el agua en las cántaras de barro, o a lavar la ropa sucia del campo cuando la fuente se desbordaba llenando la pila de piedra que puede contemplar frente a la fuente.

Pero esta fuente es en realidad una fuente-pozo, ya que se nutre del agua acumulada en su nivel freático. Es así que aunque nunca se agotaba, en verano descendía el nivel, aumentando en las épocas de lluvias.

   
       
   
 

Se cree que esta torre se construye a principios del siglo XVII. Destinada a numerosos usos, aún se recuerda la cárcel municipal, que se encuentra en la planta baja de la torre, y que siguió en uso hasta bien entrado el siglo XX.

En la actualidad, sus dos plantas superiores albergan una importante muestra arqueológica formada por piezas procedentes de toda la comarca del Abadengo en la que nos encontramos.

También fue durante algún tiempo sede del Ayuntamiento de Lumbrales, realizándose desde su balcón mítines políticos como el que ven en la fotografía y, durante las fiestas del mes de Agosto, en él se sitúa la banda de música que ameniza las corridas de toros que se celebran en esta plaza, donde se monta un coso taurino improvisado. Su campana anuncia el inicio del pregón o la llegada de los toros durante el encierro en los días de fiesta. También la cercanía del fuego.